El Estado es una condición imprescindible en el paradigma de la sociedad en el que vivimos, no nos es posible la vida sin el aparato estatal que la organice a través de mandatos, normas, derechos y leyes.
Existen múltiples formas de Gobierno y de Estado, y cada país se adapta a una de ellas, en el mundo entero el modelo democrático es el imperante, y el Ecuador no es la excepción; la sociedad civil traduce su voluntad en la voz de las autoridades que elije a través de la votación de opción pluripartidista, al menos este sería el enunciado de todo Estado democrático.
Como menciona Bobbio en su libro “Estado, Gobierno y Sociedad”, citando a Engels, “todo Estado está destinado al fin de su existencia” , además de que una vez que entra en crisis se vuelve necesario renovar el modelo estatal, frente a esto se podría decir que hoy en día vivimos dicha crisis en el Estado ecuatoriano , este se ha convertido en un mero aparato coercitivo, que hasta muchas veces está errado y castiga al que no debe, pasando por alto a los peores crímenes que atentan contra la soberanía del pueblo como ha sucedido en los innumerables actos de corrupción que salen a la luz después de años de lo ocurrido.
Lo que debería suceder es que el “estado como fuerza organizada de convivencia civil no deba destruirse, sino llevarse a la plena realización de su esencia como una evolución hacia el Estado Universal, ya que siempre es mejor el Estado que la Anarquía.
La inminente ingobernabilidad de la que es víctima mi país, es una muestra de lo dicho, nos ha demostrado infinitamente el fracaso del modelo “pseudo-democrático” en el que vivimos, y lo califico como “pseudo” porque utiliza a los ciudadanos como meros instrumentos de implantación del poder burocrático que ha gangrenado durante siglos la estructura política, económica e ideológica del Ecuador, es en este punto dónde cito a la constitución: “La soberanía radica en el pueblo “, aquí se halla el reto de un Nuevo Estado Ecuatoriano, que elimine la corrupción y la demagogia, que logre meternos en el papel de ciudadanos para alcanzarnos a través de la participación un lugar en la toma de decisiones, que hasta ahora siempre han sido tomadas por unos pocos en función también de unos pocos.
Las leyes del pueblo están escritas pero no se llevan a la práctica, todo el tiempo pasamos por encima de ellas, y el discurso democrático ha sido víctima de una tergiversación durante siglos, nos han hecho creer que participamos en la vida política del Estado cuando lo único que legitima este enunciado es la acción del voto que nos es otorgada, pero que nos presenta la única opción de elegir “a los mismos de siempre”.
Estoy de acuerdo con una concepción positiva del Estado, pues este no es perfecto pero es perfectible , y es por esto que se vuelve evidente que nos falta mucho para llegar a la formación de un Estado Universal, presumo que ni siquiera estamos a las puertas de iniciar el camino con la existente y excesiva antagonía y bipolaridad de los modelos actuales, refiriéndome básicamente al capitalismo y al socialismo.
El artículo 1 de la Constitución de la República además menciona que esta se gobierna de una manera descentralizada, pero esto no se puede entender dentro del modelo bipolar que se maneja en el Ecuador, claramente el poder está repartido entre líderes de opinión de izquierda y de derecha, pero nadie toma en cuenta los matices que salen de esta relación, ambos modelos han fracasado a lo largo de la historia sin que surja una tercera posición coherente que logre llevar a cabo la marcha necesaria para llegar al Estado Universal utópico que cada vez parece desvanecerse en la ideología del pueblo.
Espero que el Socialismo del siglo XXI logre configurarse como una opción valedera de hacer estado, y que ayude a materializar la utopía del Estado Universal.
Bibliografía:
BOBBIO Norberto, “Estado, Gobierno y Sociedad”. Fondo Cultural Económica, Turín 1985.
Constitución de la República del Ecuador. Abril de 2009.
Existen múltiples formas de Gobierno y de Estado, y cada país se adapta a una de ellas, en el mundo entero el modelo democrático es el imperante, y el Ecuador no es la excepción; la sociedad civil traduce su voluntad en la voz de las autoridades que elije a través de la votación de opción pluripartidista, al menos este sería el enunciado de todo Estado democrático.
Como menciona Bobbio en su libro “Estado, Gobierno y Sociedad”, citando a Engels, “todo Estado está destinado al fin de su existencia” , además de que una vez que entra en crisis se vuelve necesario renovar el modelo estatal, frente a esto se podría decir que hoy en día vivimos dicha crisis en el Estado ecuatoriano , este se ha convertido en un mero aparato coercitivo, que hasta muchas veces está errado y castiga al que no debe, pasando por alto a los peores crímenes que atentan contra la soberanía del pueblo como ha sucedido en los innumerables actos de corrupción que salen a la luz después de años de lo ocurrido.
Lo que debería suceder es que el “estado como fuerza organizada de convivencia civil no deba destruirse, sino llevarse a la plena realización de su esencia como una evolución hacia el Estado Universal, ya que siempre es mejor el Estado que la Anarquía.
La inminente ingobernabilidad de la que es víctima mi país, es una muestra de lo dicho, nos ha demostrado infinitamente el fracaso del modelo “pseudo-democrático” en el que vivimos, y lo califico como “pseudo” porque utiliza a los ciudadanos como meros instrumentos de implantación del poder burocrático que ha gangrenado durante siglos la estructura política, económica e ideológica del Ecuador, es en este punto dónde cito a la constitución: “La soberanía radica en el pueblo “, aquí se halla el reto de un Nuevo Estado Ecuatoriano, que elimine la corrupción y la demagogia, que logre meternos en el papel de ciudadanos para alcanzarnos a través de la participación un lugar en la toma de decisiones, que hasta ahora siempre han sido tomadas por unos pocos en función también de unos pocos.
Las leyes del pueblo están escritas pero no se llevan a la práctica, todo el tiempo pasamos por encima de ellas, y el discurso democrático ha sido víctima de una tergiversación durante siglos, nos han hecho creer que participamos en la vida política del Estado cuando lo único que legitima este enunciado es la acción del voto que nos es otorgada, pero que nos presenta la única opción de elegir “a los mismos de siempre”.
Estoy de acuerdo con una concepción positiva del Estado, pues este no es perfecto pero es perfectible , y es por esto que se vuelve evidente que nos falta mucho para llegar a la formación de un Estado Universal, presumo que ni siquiera estamos a las puertas de iniciar el camino con la existente y excesiva antagonía y bipolaridad de los modelos actuales, refiriéndome básicamente al capitalismo y al socialismo.
El artículo 1 de la Constitución de la República además menciona que esta se gobierna de una manera descentralizada, pero esto no se puede entender dentro del modelo bipolar que se maneja en el Ecuador, claramente el poder está repartido entre líderes de opinión de izquierda y de derecha, pero nadie toma en cuenta los matices que salen de esta relación, ambos modelos han fracasado a lo largo de la historia sin que surja una tercera posición coherente que logre llevar a cabo la marcha necesaria para llegar al Estado Universal utópico que cada vez parece desvanecerse en la ideología del pueblo.
Espero que el Socialismo del siglo XXI logre configurarse como una opción valedera de hacer estado, y que ayude a materializar la utopía del Estado Universal.
Bibliografía:
BOBBIO Norberto, “Estado, Gobierno y Sociedad”. Fondo Cultural Económica, Turín 1985.
Constitución de la República del Ecuador. Abril de 2009.
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